Las nuevas zonas de exclusión a la pesca suman un total de 462 kilómetros cuadrados, lo que equivale aproximadamente a la superficie de Andorra.
Cataluña ha añadido este 2022 un total de 20 nuevas zonas de exclusión permanente a la pesca demersal, es decir, la de especies que habitan en el fondo del mar. Estas zonas ocupan un total de 462 kilómetros cuadrados, lo que multiplica por 283 la superficie marina en la que no se puede realizar este tipo de pesca.
La creación de esta nueva red de áreas protegidas es el resultado de una estrecha colaboración entre las cofradías de pescadores de Cataluña, el sector científico, representado por el Institut Català de Recerca per a la Governança del Mar (ICATMAR) y el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, y la Generalitat de Cataluña durante más de tres años.
«Esta medida contribuirá a la recuperación de los ecosistemas y de las poblaciones de especies marinas que forman parte de estos», celebra la investigadora del ICM-CSIC y el ICATMAR Laura Recasens.
La iniciativa se enmarca dentro de la Estrategia Marítima de Cataluña, que está basada en el modelo de la cogestión, es decir, en la participación activa de todos los actores implicados en la toma de decisiones sobre gestión pesquera. Sin embargo, los primeros pasos los dieron en 2013 un grupo de pescadores de la Cofradía de Roses que decidió realizar el primer cierre de una zona de pesca. Más tarde, en 2015, un equipo científico del ICM-CSIC empezó a estudiar cómo esta medida estaba contribuyendo a la recuperación del ecosistema.
Este primer cierre supuso un incremento en la abundancia de juveniles y adultos de especies comerciales, no solo dentro del área protegida, sino también en las áreas adyacentes. Por ello, se decidió extender la iniciativa a todas las cofradías de Cataluña hasta el establecimiento, ahora, de esta red de 20 nuevas áreas marinas protegidas a lo largo de todo el litoral.
Asimismo, el modelo catalán se está implementando en otras zonas del Estado gracias a la colaboración entre el ICATMAR y el Instituto Español de Oceanografía (IEO) con la Secretaría de Pesca del gobierno español.
Un hito histórico
En conjunto, las diferentes zonas suman un total de 462 kilómetros cuadrados protegidos, lo que equivale aproximadamente a la superficie de Andorra.
“Valoramos muy positivamente el hecho de que, para poder llevar a cabo la implementación de este modelo en Cataluña, las diferentes cofradías de pescadores hayan renunciado a explotar parte de sus caladeros, contribuyendo así a la protección de los ecosistemas marinos”, expone en este sentido el investigador del ICM-CSIC y el ICATMAR Joan B. Company, convencido de que la nueva medida será muy beneficiosa para el medio marino.
Y es que, como consecuencia de la existencia de esta red de áreas marinas protegidas, desde enero de 2022 no se permite ningún tipo de actividad pesquera demersal, lo que favorecerá la recuperación de la biodiversidad y el aumento de la biomasa de las especies que viven aquí, incluyendo la de las de interés pesquero.
En este sentido, desde el ICATMAR y el ICM-CSIC se está apostando por un programa de seguimiento y restauración de los ecosistemas explotados que asegure una recogida continuada de datos científicos de calidad para informar las decisiones de la administración en materia de gestión pesquera.